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ARTURO ANDREU

¿Dónde ha quedado aquello de refundar el capitalismo?

Desde aquella famosa y grandilocuente frase “Vamos a refundar el capitalismo” que pronunció el anterior presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, en los inicios de la Gran Recesión –a la que los ciudadanos de a pie también podríamos llamar con propiedad la Gran Estafa- ha llovido mucho, y a veces hasta han caído chuzos de punta sin que los políticos de esta Europa, otrora de nuestros amores y hoy de nuestras desilusiones, hayan movido en serio un dedo por atar en corto a los auténticos artífices del desastre en el que nos vemos inmersos.

Viene esto a cuento de una noticia que acabo de leer, procedente de Alemania, como tantas otras de gran calado en estos tiempos de penumbra: el Consejo de Ministros de la señora Merkel –que no es santo de mi devoción, aunque la respeto por la coherencia que demuestra entre ideas y acción- acaba de dar luz verde a una estricta regulación para las entidades financieras que prevé condenas de hasta cinco años de cárcel para quienes aprueben inversiones de riesgo que terminen en fiasco.

Quieren con ello los alemanes evitar así acciones irresponsables que nos vuelvan a llevar a crisis financieras como la desencadenada en 2008 y, que por lo que estamos viendo y sufriendo, seguirá con nosotros  largo tiempo.

No creo que los alemanes quieran con esta medida refundar el capitalismo, como apuntaba  Sarkozy -de frases huecas están los infiernos repletos- pues tal idea parece que ya ha sido abandonada por los políticos que nos ha tocado sufrir. Pero por algo se empieza.

A propósito de este asunto me ha venido a la mente otro largo y magnífico artículo que leí el fin de semana último y que hablaba de que los verdaderos responsables del desastre económico en España, que no somos los ciudadanos, por más que algunos intenten culpabilizar hasta a Poncio Pilatos si se pone por delante, siguen de rositas y mandando más cada día que pasa. Así nos va y así parece que nos seguirá yendo. O, dicho de otro modo, así será si así lo consentimos.

Nos faltan por aquí líderes visionarios, y no solo políticos. Líderes empresariales, independientes de la voz de su amo –que los hay-  que más allá del negocio cortoplacista atisben que el futuro o lo construyen junto a los trabajadores, con largas y generosas miras, o el país se va a la mierda, con perdón.

¿O es que piensa alguien todavía que un trabajador que cobra 400 euros va a poder consumir algo? ¿O es que alguien sigue creyendo a estas alturas que precarizando y empobreciendo a la clase media va a seguir funcionando la economía? Es más ciego quien no quiere ver que quien no puede. O el futuro lo construimos con la firme creencia de que si hay beneficio para todos habrá actividad económica pujante o el escaso dinero hoy existente acabará en las manos de muy poquitos y en paraísos fiscales. Y España otra vez a las tinieblas, donde, utilizando  el símil  bíblico, solo habrá frio y rechinar de dientes.

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