Ana Belén Castejón, exalcaldesa de Cartagena.
La vida política de Ana Belén Castejón se ha desarrollado durante dos décadas en Cartagena, donde ha sido concejala, vicealcaldesa y alcaldesa en dos mandatos distintos. Natural de Pozo Estrecho (1979), su trayectoria comenzó en las Juventudes Socialistas y alcanzó su momento más alto con la vara de mando del Palacio Consistorial. El lunes, tras anunciar oficialmente su renuncia a la política y a la secretaría general de Sí Cartagena, se despidió con un mensaje claro: “Aquí no hay superwoman ni supergirl, hay personas de carne y hueso. Mi cuerpo dijo basta”. De Pozo Estrecho al Palacio Consistorial, de los plenos maratonianos a las madrugadas sin descanso, veinte años después baja el telón político con la serenidad de quien se sabe en paz consigo misma y con el cariño de una ciudad que la ha visto crecer en la primera línea.
Castejón explica que la decisión de marcharse ha sido muy meditada y motivada, sobre todo, por razones personales. Asegura que durante casi veinte años ha estado volcada en cuerpo y alma a la política, desde Juventudes Socialistas, la Junta Vecinal de Pozo Estrecho y sus inicios como concejala no liberada, compaginando su cargo con el trabajo en la Asamblea Regional. “Tengo una hija de 14 años que me necesita y mi familia siempre ha sido la última de la cola. No se lo merecen. La política me ha dado mucho, pero también me ha pasado factura a la salud”.
Admite que los últimos meses fueron duros, con achaques físicos y desgaste personal. Reconoce que muchas veces la Castejón política había borrado a la Ana persona. “Era salir de casa de madrugada y regresar de madrugada. Podía empezar el día en tejanos visitando a los trabajadores de Navantia y terminar en traje recibiendo a un embajador o a un directivo de Repsol. Siempre decía que sí a todo y la gestión, que era lo que más me apasionaba, también llevaba un enorme desgaste”.
Su peor momento, admite, llegó con la expulsión del PSOE. “Me hicieron mucho daño, no sé si fueron conscientes. Fue un golpe muy duro a nivel personal, emocional y político. Según los médicos, lo que sufría era psicosomático. Yo pensaba que eran nervios, pero con el tiempo entendí que estaba pasando factura. No me voy con rencor porque, como dice Pepe Mujica, en mi jardín no hay lugar para el rencor. Pero espero que algún día sean conscientes de lo que hicieron, aunque solo sea para que no se lo hagan a otra persona”.
Pese a la dureza de aquel episodio, la exalcaldesa se muestra orgullosa de su paso por el Ayuntamiento. Defiende con firmeza los pactos alcanzados con José López y Noelia Arroyo, que tanto dieron que hablar en la política local. “Nunca pensé en cargos ni en sillones. Rechacé ser senadora autonómica, que triplicaba mi sueldo, porque mi compromiso era con Cartagena. Gracias a los pactos conseguimos proyectos como la rehabilitación del anfiteatro romano, la catedral vieja, la renovación de la estación de Adif con más de seis millones y medio de euros y los paseos marítimos que siguen en marcha. Eso es política real, no fango ni carroña”.
Recuerda que, incluso gobernando con PP y Ciudadanos, su equipo mantuvo firmes políticas de igualdad y sociales. “Impulsamos los bancos arcoíris, la bandera LGTBI ondeando en el Palacio Consistorial y políticas sociales que marcaron diferencia. Los valores no los da un carné, sino la forma de hacer política y de gestionar”.
Sobre el futuro de Sí Cartagena, considera que queda asegurado con el relevo de Juan Pedro Torralba en el Ayuntamiento y la convocatoria de un congreso extraordinario para elegir nueva dirección orgánica. “No hay nadie imprescindible. El proyecto siempre ha estado vinculado a un equipo muy sólido, formado por concejales conocidos y respetados, como Jerónimo, con trayectoria intachable en la industria. Yo estaré a su lado, apoyando y preocupada por su futuro, pero desde fuera de la política. Lo importante ahora es que sigan descubriendo el potencial que hay tras esa cara visible que por circunstancias fui yo”.
Consciente de que su salida puede interpretarse como un golpe al partido, insiste en que lo personal nunca debe confundirse con lo institucional. “Quien piense en mayorías absolutas se llevará un gran chasco. La política está diversificada y los ciudadanos desconfían mucho de los políticos porque creen que todos somos iguales. Yo me voy con la conciencia tranquila, porque siempre puse a Cartagena por delante”.
En su despedida, lanza un mensaje sincero y cargado de emoción: “Quiero pedir perdón si en algo he fallado o no estuve a la altura, pero me voy con el corazón lleno de amor y con la tranquilidad de haber servido a mi ciudad. Ocho años gobernando sin haber ganado las elecciones demuestran que es posible ponerse de acuerdo con quien piensa diferente, y eso es lo que necesita la sociedad. Gracias a todos los cartageneros porque me han hecho sentir querida. Me voy con mucho agradecimiento, con honor y con paz”.






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