Absentismo laboral: un desafío económico y social
El absentismo laboral —entendido como las horas pactadas de trabajo que no se realizan por motivos de baja médica, permisos u otras ausencias— continúa siendo uno de los problemas estructurales más relevantes para la productividad y la gestión de recursos humanos en España. Tras años de volatilidad marcada por la pandemia y por cambios en los modelos de trabajo, los datos más recientes muestran una situación compleja: tasas elevadas a nivel nacional, variaciones importantes entre comunidades autónomas y un peso creciente de determinadas patologías que obligan a una reflexión conjunta entre empresas, administraciones y agentes sociales.
A escala nacional, los informes trimestrales de monitorización del absentismo ofrecen cifras que oscilan según la metodología y la ventana temporal analizada. Para el cierre de 2024, Adecco Group Institute situó la tasa de absentismo en torno al 7,4% en el cuarto trimestre, cifra que refleja tanto bajas por incapacidad temporal como otras ausencias remuneradas o no. Al mismo tiempo, estudios sectoriales de consultoras como Randstad han destacado ligeros incrementos respecto a trimestres previos, lo que subraya la persistencia del fenómeno pese a los planes de contención de los últimos años. Estas magnitudes no son sólo estadísticas: representan días de trabajo perdidos, costes directos en prestaciones y costes indirectos en sustituciones, reorganización y pérdida de competitividad.
La Región de Murcia refleja, en parte, esa dinámica nacional con matices autonómicos.
Informes recientes han colocado a Murcia entre las comunidades con tasas por encima de la media en determinados trimestres: en el último trimestre de 2024 la tasa autonómica se situó en el 5,8%, quedando entre las cinco más altas del país, si bien con una reducción interanual destacable en algunos ejercicios.
¿Por qué se ausentan los trabajadores? Las causas siguen siendo mayoritariamente médicas, pero con cambios en su composición. Las patologías musculoesqueléticas continúan constituyendo la primera causa de días perdidos; sin embargo, los trastornos de salud mental han escalado posiciones hasta convertirse en la segunda causa más relevante en términos de días de baja, incrementando su peso de forma notable en los últimos años. Este cambio exige un enfoque más preventivo y psicosocial: no basta con gestionar bajas cuando ocurren, sino que es imprescindible intervenir sobre las condiciones de trabajo, la organización, la carga mental y los factores de riesgo.
Las consecuencias económicas son significativas. Estimaciones recientes de centros de estudio y mutuas sitúan la pérdida de producción asociada a las bajas por incapacidad temporal en cifras equivalentes a varios puntos del PIB —un coste que combina pagos de prestaciones, productividad perdida y gastos empresariales— y que se ha incrementado en la última década por el alza de jornadas perdidas y de procesos de larga duración. Para una región con fuerte componente agrícola e industrial como Murcia, la confluencia de ausencias largas y picos estacionales de actividad puede traducirse en problemas operativos serios.
¿Qué medidas pueden mitigar el absentismo? La evidencia sugiere que las políticas más efectivas combinan prevención, gestión y medidas estructurales:
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Prevención primaria: evaluación y control de riesgos laborales, diseño ergonómico de puestos, rotación y formación para reducir patologías musculoesqueléticas.
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Prevención psicosocial: planes de salud mental en la empresa, prevención del burnout, promoción del bienestar y formación en liderazgo y gestión de equipos.
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Gestión de la incapacidad: protocolos ágiles de comunicación empresa-trabajador-mutua, programas de reincorporación progresiva y teletrabajo como herramienta de retorno cuando es viable.
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Enfoque interinstitucional: coordinación entre servicios de salud, mutuas, Seguridad Social y empresas para acortar procesos administrativos y mejorar la atención clínica orientada a la vuelta al trabajo.
La Región de Murcia dispone de capacidades específicas que pueden aprovecharse: redes de mutuas activas, presencia de empresas agroindustriales con estructuras organizativas relevantes y programas sanitarios regionales que pueden articular iniciativas de prevención laboral adaptadas al tejido productivo local. No obstante, estos recursos deben orientarse hacia programas integrados y evaluables, con datos compartidos y objetivos medibles a corto y medio plazo.
Finalmente, conviene subrayar que el absentismo es un tema multidimensional: atraviesa la salud pública, la política laboral y la gestión empresarial. Su reducción sostenible no será posible sin un compromiso conjunto que combine inversión pública en salud ocupacional, incentivos a prácticas empresariales saludables y la implicación real de los interlocutores sociales.
El reto para España y para regiones como Murcia es convertir las cifras en políticas eficaces que reduzcan el impacto económico sin sacrificar la atención sanitaria ni los derechos laborales: sólo así se recuperará productividad con justicia social y prevención real.






















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