
El Real Murcia vivió una noche de emociones fuertes en Nueva Condomina. En un duelo marcado por la tensión, la garra y la fe, el conjunto grana logró una remontada vital para vencer 3-2 al Nàstic de Tarragona, en un partido que refuerza el proyecto de Adrián Colunga y permite al equipo alejarse de la zona de peligro.
El encuentro comenzó con sobresaltos. El Nàstic, más ordenado y vertical, se adelantó desde el punto de penalti, dejando en silencio a la grada murciana. Sin embargo, lejos de venirse abajo, el Real Murcia reaccionó con carácter. Pasada la media hora de encuentro, llegó el gran momento grana, Pedro Benito empató culminando una jugada colectiva, y poco después Flakus aprovechó un rechace para poner el 2-1, desatando la euforia antes del descanso.
En la segunda mitad, el equipo grana mantuvo la intensidad y amplió diferencias con una chilena espectacular de Álvaro Bustos, una de las imágenes del encuentro. Pero el Nàstic no bajó los brazos. César Morgado recortó distancias con un gran cabezazo poco después, añadiendo dramatismo a un cierre de mucha tensión.
El partido se detuvo unos instantes por una emergencia médica en la grada, cuando una aficionada del Murcia sufrió convulsiones y tuvo que ser trasladada al hospital, lo que enfrió el ambiente durante varios minutos.
Pese al susto, el Real Murcia logró sostener el resultado hasta el pitido final. El triunfo no solo suma tres puntos, devuelve confianza, ilusión y esperanza a un equipo que necesitaba una noche así para reconectar con su afición.





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