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Alejandro Izquierdo Monterde

El arca perdida

 

La revolución tecnológica de mediados del siglo pasado transformó la vida del mundo moderno. Atendemos la parte más alta de la curva de crecimiento humano, que como ya sabemos es exponencial. La creación de internet, el uso de ordenadores, los dispositivos móviles y un sinfín de elementos tecnológicos que hemos creado y han ido evolucionando hasta nuestros días.


Nadie, en esos años, hubiese sido capaz de decirnos que nuestras persianas de casa se iban a poder subir y bajar solas, y mucho menos que lo íbamos a poder hacer desde una especie de aparato rectangular con pantalla que ahora no nos quitamos de las manos. Nos hubiesen llamado locos. El panorama internacional actual está en una situación nunca antes vista, todos los países andan detrás de una cosa que ninguno tiene, de algo que desde hace pocos años ha demostrado ser la clave del crecimiento y la innovación: las tierras raras.


¿Por qué son tan importantes?, ¿por qué todos las persiguen? Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos que, aunque son relativamente abundantes, son difíciles de extraer y procesar en cantidades significativas debido a la complejidad geológica. Estos elementos son fundamentales para una variedad de tecnologías avanzadas y tienen un papel crucial en las industrias de alta tecnología.


Desde las pantallas de la televisión, pasando por las baterías de los coches, hasta llegar a los campos oscilantes de un acelerador de partículas; todos estos ejemplos se alimentan de tierras raras. Efectivamente, todos los países que compiten por alcanzar la punta de lanza de la innovación están atentos a las últimas noticias sobre este material.


A la anterior afirmación hay que añadirle un matiz, alguien sí las tiene, ese alguien es China. Alrededor del 80% de la posesión de estas tierras raras se concentra en el territorio chino, y no solo eso, el 90% del procesamiento se lleva a cabo también allí. ¿Esto qué significa? Principalmente que además de que casi todas las tierras raras las saca China, el resto de países que las extraen también las mandan a China a procesar dado que es un material muy complejo y costoso de tratar.


Es casi un “monopolio” que enfada, y bastante, a Washington. Las tierras raras se han convertido en la moneda de cambio en la batalla diplomática y comercial. Cuando Trump planta aranceles a productos chinos, Xi Jinping impone restricciones en la importación estadounidense de tierras raras. Un gran pez que se muerde la cola que solo la diplomacia algún día podrá pescar y acabar con los coletazos que desestabilizan los mercados bursátiles.

 

Las últimas noticias entre estos dos grandes es que durante un año China ha suspendido los aranceles que había impuesto a EEUU y de esta manera la volatilidad de los mercados se contiene, al menos en este sector. Lo interesante de toda esta situación es que la UE también se ha visto beneficiada y está dispuesta a entrar con todo en el juego tecnológico; pero eso ya, es otra historia.

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