Mujer en sillón rojo
Es difícil pretender reconocer a una mujer o a un sillón en este cuadro de Picasso; más difícil todavía es esperar transmitir un mensaje que promueva “la revolución y el cambio” por el simple gesto de estampar sobre la pintura la palabra “conquista” junto a un dibujo de un torero toreando a un toro, -como hizo, sin autorización, el artista Uriel Landeros en junio del año pasado-; más retorcidamente difícil resulta saber que un visitante fuera testigo de la acción perniciosa de Landeros y en lugar de detenerlo se dedicara a grabarlo en vídeo; pero es mucho, pero mucho más difícil, conseguir lo que ha conseguido la abogada de Landeros, Emily Detoto: convencerlo, tras seis meses fugado en Méjico, de que se entregue a las autoridades porque ha sido malo.
Señora Detoto, véngase para España. Le cubro gastos, la invito a los toros, le compro un sillón rojo y todavía salgo ganando.
Antes y después de Mujer en sillón rojo, Pablo Picasso, 1929.
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Señora Detoto, véngase para España. Le cubro gastos, la invito a los toros, le compro un sillón rojo y todavía salgo ganando.
Antes y después de Mujer en sillón rojo, Pablo Picasso, 1929.Otros artículos de Cecilia López

























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