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Miguel Galindo

El efecto de mi defecto

Tras la lata que he dado con el sacerdote José A. Pagola y su cuestionado, prohibido y secuestrado libro, Jesús, una aproximación histórica, por parte de la jerarquía católica, creo que merece un tercer y definitivo artículo como cumplido broche a lo que bien acaba. La historia ha tenido un final feliz, o si no, al menos, civilizado, y, a la postre, he podido leerlo y recrearme en su sobradamente documentado contenido, sin tener que aprender catalán, que era la única edición en España que tenía bula, dicho sea de paso y sin ánimo de joder… Pero, a las pruebas me remito, para algunas cosas como ésta, Catalunya ya es independiente.

Y, por supuesto… Claro que el puñetero libro del buen cura se atragantó a la oscurantista Conferencia Episcopal Española. Naturalmente que chillaron los callos del fundamentalismo más fanático y dogmático de la caverna, que es lo que en mayoría habemus. No podía ser de otra manera. Una de las primeras frases del libro es toda una declaración de intenciones: “hay que volver a las raíces, a la primera experiencia que lo desencadenó todo…”, “Porqué ibas a ser Tú propiedad privada de predicadores, doctores y eclesiásticos…”, cita a Jean Onimus…

La clave reside en que Pagola no diviniza la humanidad de Joshua Ben Yousef, si no que humaniza su divinidad. Y comienza por demostrar Nazaret como legítimo y Belén como altamente dudoso, y a sacar a la luz sus cuatro hermanos: Santiago, José, Judas y Simón, y alguna que otra hermana… Y cómo, al principio de su vida pública, fue frontalmente rechazado por su propia familia al enfrentarse al judaísmo ortodoxo y sus costumbres… Y cómo su celibato fue libremente escogido por motivos prácticos y no por motivos de sexo… Y cómo mostró su radical diferencia con el Bautista pasando de la doctrina del castigo a la doctrina del perdón… Y afirma taxativamente que Jesús siempre habló del Reino de Dios, pero jamás, nunca, de ninguna Iglesia… Y que Él afirmó que Dios no viene a defender los derechos de nadie ni a imponer fé religiosa alguna, pues Dios es padre, y no juez… Y afirma que asumir el mal es debilitarlo, como combatirlo es alimentarlo, y de ahí lo del “yo no te condeno, pero anda vé y no peques más”…

 Y saca a relucir la justicia social de los pobres afirmando que Jesús la defendió siempre como consecuencia de la divina. Y que la Iglesia que se alía con los poderes políticos y financieros, como la judía de su época, es la satánica (dios Mammón) y no la del Reino… Y que no existe más “segunda venida” que asumir el verdadero contenido y significado de la “primera”, que aún está pendiente… Y trata de los discípulos y discípulas, de los seguidores y seguidoras, de los apóstoles y las 'apóstolas'… Y afirma que le costó la vida el hecho de oponer su fé a la de cualquier iglesia... Y escribe frases como “no es la propia religión, ni el propio grupo, los que nos tienen que indicar a quién amar, a quién odiar, a quién ayudar o a quién rechazar o ignorar, a quién defender y a quién combatir. Si no que, la pregunta correcta es: ¿quién me necesita?, y la respuesta correcta es: pues ese es mi prójimo”... Y escribe sobre la fé auténtica y la fé placebo, sobre la fé personal y la fé social. Y sobre muchas otras y tantas cosas.

Así que, una vez leído el perseguido libro, me explico muy bien explicado el porqué se lo han cepillado… Si bien, luego después, lo han soportado… aunque guardándose bien guardado antes el haberlo desacreditado. Pero, lo cierto, es que he leído muy pocas obras, y conste que he leído muchas, con tanta riqueza documental como ésta. Las fuentes históricas y sociales en que bebe no desdicen un ápice de las fuentes teológicas consultadas, y la honestidad y probidad de este cura en cuanto expone es honrada y admirable, tanto en lo que dice como en lo que cree y en lo que descansa su razonada fé… Y eso, claro, es un manifiesto contraste con la atrofiada atmósfera de sus enemigos de curia. Su libro, pues, es un manantial de aguas cristalinas, una ráfaga de aire fresco, un alimento del alma y del conocimiento puro y sin prejuicios…

Este humilde columnista no puede por menos que recomendarlo a quienes tengan estas inquietudes. No tengo más interés que el compartir con los que están en el camino de la búsqueda. No con los del cumplimiento. Abstenerse los del dogma, por favor… Ni quiero herirlos ni que se sientan heridos. Cada cual viva la fé que su espíritu necesita vivir, y allá cada cual con sus propias limitaciones, como yo con las mías… que no puedo soportar a los que su única religión se basa en lanzar anatemas. Ese es mi gran defecto… Pero me hace efecto.


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