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JOSÉ MOLINA MOLINA

La espera

En los pozos profundos, decía Nietzsche, viven con lentitud las experiencias: tienen que esperar largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad. Esto nos ocurre con la economía europea, nos dicen desde Bruselas, que estamos tocando fondo. Con una factura de retroceso de cinco años del PIB medio, y de siete en el campo del empleo. Con un sistema bancario con respiración asistida, unos empresarios carentes de proyectos y unos ciudadanos que ven sin proyectos a los políticos que deberían tenerlos, por lo menos eso afirmaron. Desde el fondo del pozo del fatalismo, nos sentimos como abandonados a un destino sin esperanza.

La recomendación de Nietzsche, hay que considerarla, porque  es aconsejable antes de salir del pozo, por lo menos, saber qué fue lo que nos llevó a sus profundidades, y que cosas nos arrastraron a esa desgracia, y desde esa espera, paciente, recuperar el sentido y la visión y pensar algunas cuestiones como las siguientes:

Primera: Con el sacrificio de todos, no entramos si voluntario o impuesto, hemos salvado al sistema financiero, por ser pieza clave para el funcionamiento de la economía, pero ahora, resulta que no funciona, se ha quedado petrificado en sus problemas y lo hemos dejado en unas manos que provocan desconfianza social. Draghi manifestó que haría todo lo necesario. Ya lo ha hecho, según parece, pero ni Bruselas ni Berlín, consiguen una acción concertada de política económica, monetaria y de estímulos de empleo. Seguimos en el pozo, sin soluciones, salvo algún despistado que piensa “cultivar flor de invernadero, como De Guindos.

Segunda: La austeridad es peligrosa, y según Blyth, es una idea de destrucción de la actividad económica. Ha destruido de media, más del 10% del PIB en la periferia de Europa, y ha convertido el desempleo en un  problema aniquilador, con un consumo en reducción alarmante, y ha dejado sin recursos las diferentes fuentes de ingresos fiscales, con una peligrosa incidencia en las haciendas autonómicas y locales.

Tercera: La crisis es de todos, pero no afecta por igual ni a todos los ciudadanos ni a todos los países. La desigualdad se ha impuesto como estructura generalizada y la disparidad y las drásticas recetas son difíciles de aplicar y socialmente muy peligrosas. Desde la oscuridad de ese pozo, oímos voces de protesta, por ese exceso. Ni los bienes públicos, ni las oportunidades, siguen una pauta equitativa, especialmente en los jóvenes. Y ese modelo de establecer privilegios, nos están advirtiendo desde muchos sitios, es un modelo que destruye, podemos leer a Roubini, sobre su análisis al respecto.

Cuarta: Hay que salir de este pozo, pero con unas políticas coherentes, no con recetas transitorias de ofertas y reformas sin cumplir, porque no habremos entendido que hay un cambio de época, que se precisan estímulos nuevos, y no encontramos ni a los políticos que nos dominan ni a los empresarios que nos gestionan la economía, con ideas compartidas con la ciudadanía, para acometer ese nuevo futuro.

Quinto: Nunca tantos hemos deseado que se celebren unas elecciones, me refiero a las de primero de otoño en Alemania, -en España después de oír a Rajoy puede que el clamor aumente- No tengo especial ilusión en los resultados que obtenga la Sra. Merkel, ni por supuesto que sean un cataclismo, pero si espero que después de este evento, si no se dan los pasos para tener una política común desde el Banco Central para la eurozona, será un fracaso, y todo el esfuerzo por salvar al euro y al sistema financiero, quedará en el aire, y  después de cinco años de espera,  aplicado más paciencia que Job, si antes de la navidad próxima no hay una solución a esta paciente ciudadanía europea, parece lógico que pensemos que habrá que tomar algún camino.
 
Más artículos de José Molina en su blog del Círculo de Economía
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