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JESÚS ALONSO

Oasis o espejismo

Pues parece que España, y dentro de ella la Costa Blanca, van a salvar los muebles en materia turística gracias a la bonanza económica que viven el Reino Unido, Alemania y Francia, a la pujanza de algunos mercados emergentes como la Rusia de los nuevos zares y, no lo olvidemos, a la sangrienta inestabilidad que se registra en muchos de los países mediterráneos competidores del nuestro.

Así lo recogen todos los indicadores al uso y así lo proclaman los políticos con mando en plaza necesitados de alegrías en medio de tanta zozobra económica y social, de tanta corruptela administrativa y de tanta vaina colateral consistente en intentar sacar un clavo con otro clavo. O sea que a la espera de que en septiembre vuelvan las oscuras golondrinas, quienes ofician de campaneros mayores del reino en este luminoso verano se están desollando la manos en el toque a rebato.

El conseller de Economía, Industria, Turismo y Empleo de Valencia, Máximo Buch, verbigracia, ya ha aventurado que serán 2,9 millones los turistas internacionales que visitarán la Comunidad Valenciana entre junio y la vuelta al cole, lo que, de confirmarse, supondría doscientos mil guiris de vellón más que en el mismo periodo del año anterior. La histórica cifra, aun suponiendo un balón de oxígeno para un territorio endeudado hasta las cejas y tan deprimido que precisa una urgente visita al psiquiatra para que indague mediante el psicoanálisis las causas que le han llevado adonde está, es, no obstante, engañosa. Vale como placebo, eso sí. Incluso de cara al relanzamiento de la autoestima tiene unas indudables propiedades terapéuticas.

Pero, claro, cuando reparas en las variables del prodigio, justamente aquellas que los juglares ponen en sordina pese a tenerlas ante sus narices en el pentagrama, la composición cambia o, al menos, no está tan acompasada como la cantan. Por ejemplo, los más contumaces agoreros, siempre empeñados en aguar la fiesta, aseguran que el tropel de turistas de allende los mares y fronteras patrios gasta lo justo, con lo cual el efecto de su presencia sobre los sectores vinculados al turismo como la hostelería y el comercio no es tan potente como se podría suponer en primera instancia.

Además, las suculentas cifras publicitadas tampoco tienen su correlato en la disminución del desempleo. Según los sindicatos, pese a las buenas previsiones existentes los hoteleros de Benidorm, santo y seña del turismo autonómico y nacional, están afrontando la temporada alta con lo puesto. Si a esto le añadimos que los precios se han ajustado hasta límites asfixiantes para provocar el efecto llamada, con lo cual los ingresos tampoco van a estar en consonancia con la demanda, tendremos dibujado un panorama sedante, eso sí, pero que dista mucho de los pajaritos de María Jesús y su acordeón. Un oasis en pleno desierto o un espejismo, según se mire con los ojos del náufrago o del alucinado.

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